Michelin: una leyenda sobre ruedas

Michelin: una leyenda sobre ruedas

Un pinchazo de una bicicleta desencadenó 130 años de historia e innovación en la fabricación y comercialización de neumáticos

La conjunción de dos hermanos emprendedores y un pinchazo de una bicicleta dio a luz hace 130 años a uno de los fabricantes de neumáticos más célebres e icónicos de la historia: Michelin. En 1832, los primos Aristide Barbier y Nicolás Edouard Daubrée abrieron una pequeña fábrica de máquinas agrícolas y pelotas de goma en Clermont-Ferrand (Francia). Esta idea surgió a raíz de observar cómo la esposa de Aristide, Elizabeth Pugh Barker, hacía pelotas para los niños con caucho vulcanizado. Las dotes de Elizabeth Pugh Barker no eran casuales, pues era sobrina del científico Macintosh, descubridor de la solubilidad del caucho.

Con estos personajes acaba la prehistoria de Michelin, porque su historia no comenzó hasta algunos años después, concretamente, hasta 1889. Edouard y André Michelin tomaron las riendas de la compañía fundada por su abuelo Aristide y su primo Nicolás. El 28 de mayo de ese año, la empresa empieza a fabricar solo pastillas de freno y pasa a denominarse Société Michelin et Cie. Sin embargo, un hecho anecdótico y aparentemente banal cambió radicalmente la trayectoria del negocio. Un ciclista se acercó a la fábrica para tratar de conseguir los productos necesarios para reparar un pinchazo de su rueda Dunlop. Esa visita fue el gran punto de inflexión de la compañía que marcaría su actividad y su futuro.

Así, en 1891, Michelin desarrolló la primera patente de un neumático desmontable para bicicletas capaz de ser reemplazado aproximadamente en un cuarto de hora, un tiempo muy inferior a las tres horas y una noche de secado necesarias hasta entonces. Ese mismo año, les sonrió la fortuna cuando Charles Terront, estrella ciclista francesa, logró vencer en la carrera París-Brest-París equipado con estos nuevos neumáticos. La victoria catapultó a la fama a la incipiente empresa de ruedas y, al año siguiente, más de 10.000 ciclistas usaron sus neumáticos.

El siguiente paso se consolidó en 1895 con la presentación de ‘Eclair’, el primer automóvil diseñado por la firma y equipado con neumáticos para competir en la carrera París-Burdeos-París. A partir de este momento, Michelin comenzó a participar en las competiciones de automóviles más prestigiosas de la época, como la Copa Gordon Bennett, lo que contribuyó a su reputación en el ámbito internacional.

Dos pilas de neumáticos a la entrada de la Exposición Universal y Colonial de Lyon (Francia) de 1894 dieron lugar a otro de los grandes inventos de la firma. Los neumáticos apilados impactaron a Édouard Michelin, que le espetó a su hermano André: “Con dos brazos y dos piernas, parece un muñeco”.
Esta frase se concretaría poco después, a partir de un boceto del ilustrador Marius Rossillon, que firmaba con el seudónimo O’Galop, en uno de los personajes más carismáticos de la industria publicitaria: Bibendum. El famoso boceto representaba a un bebedor de cerveza de complexión grande levantando una jarra y acompañado de la siguiente frase: “Nunc est Bibendum”. Esta cita en latín de Horacio, que significa ‘es hora de beber’, combinaba perfectamente dos ideas aparentemente inconexas que habían tenido los dos hermanos en momentos distintos. Por un lado, unía la ya citada de Édouard al ver las pilas de neumáticos en Lyon y, por otro, la expresión utilizada por su hermano André, un año antes, de que las llantas se tragan los obstáculos de la carretera. Había nacido una estrella, Bibendum, que nos ha acompañado desde entonces y que se ha ido adaptando a los tiempos. En el año 2000, Bibendum resultó elegido como el mejor logotipo del siglo por un jurado internacional de profesionales del periódico británico ‘Financial Times’.

LAS PRIMERAS INNOVACIONES DE MICHELIN

La primera llanta de caucho negro y con remaches para mejorar la adherencia y la resistencia del neumático, más conocida como ‘suela Michelin’ llegó de la mano de firma francesa. Además, lanzó el primer neumático ‘Jumelé’ para los primeros vehículos pesados. Años más tarde, fue pionera en la rueda de acero desmontable, que permite adoptar un equipo de seguridad a bordo con el neumático de repuesto.

Durante la I Guerra Mundial, la firma se ofreció al Gobierno francés para fabricar 2.500 aviones Breguet a precio de coste, además de participar en la construcción de la primera pista pavimentada del mundo en Aulnat, cerca de Clermont-Ferrand, lo que permitía el despegue y el aterrizaje de aviones incluso con mala climatología. Asimismo, transformó un edificio de almacenamiento de neumáticos en un hospital temporal donde se trataron a 2.993 heridos. Tras la II Guerra Mundial, la fabricación de neumáticos continuó, pero a cámara lenta ante la escasez de materias primas. Los tiempos fueron complejos para todos y Michelin no fue una excepción, aunque hizo lo posible por mantener el pulso innovador.

En el periodo de entreguerras y después de 30 años marcados por una serie de mejoras en sus productos, lanzó el primer neumático con bastidor de acero denominado ‘Le Metalic’ para vehículos pesados, antesala de una tecnología que revolucionaría el mercado: la llanta radial. Este producto, patentado por la compañía el 4 de junio de 1946, actuó de estandarte y gracias a sus ventajas la mayor parte de su competencia en Europa lo adoptó. Su uso se extendió más allá del transporte por carretera, lo que permitió al fabricante francés acceder a nuevos mercados, tanto geográficos como de actividad.

A LA CONQUISTA DE NUEVOS MERCADOS

La fábrica francesa donde nació Michelin, contaba con 12 hectáreas, 52 empleados en sus orígenes y se situaba cerca de la Place des Carmes en Clermont-Ferrand. Posteriormente, se llegó a extender sobre más de 30 hectáreas. En 1906, Michelin comenzó a internacionalizarse abriendo su primera planta en Turín (Italia). Al año siguiente, cruzó el Atlántico para instalar otra factoría en Estados Unidos, en concreto en Milltown (Nueva Jersey).

La proliferación de vehículos de transporte conllevó, de forma progresiva, la instalación de 15 fábricas distribuidas en grandes centros de la industria del motor antes del 1979, tanto en Europa como en América del Norte. Con el objetivo de responder a la creciente demanda del mercado automovilístico, la compañía firmó acuerdos con fabricantes y distribuidores internacionales.

Actualmente, con 12 marcas diferentes, el grupo emplea a más de 115.000 personas en fábricas distribuidas en todos los continentes y vende sus productos en más de 170 países. Además, cuenta con 69 unidades de producción en 18 países y centros tecnológicos I+D en América del Norte, Asia y Europa con aproximadamente 6.000 investigadores. A pesar de la competencia en distintas épocas y con diversos contendientes, aquella startup sin una actividad clara en sus inicios se ha convertido en líder de la fabricación de neumáticos y en una de las marcas más reconocidas y coleccionadas del mundo.

MÁS ALLÁ DE LOS NEUMÁTICOS: LA GUÍA MICHELIN

El éxito de Michelin ha ido más allá de sus productos y de su icónico muñeco. ¿Quién no oye hablar año tras año de las Estrellas Michelin o de la Guía Michelin? De hecho, en las últimas décadas, Bibendum ha pasado a ser un símbolo para los nostálgicos y sus guías han acabado engulléndolo en el espectro mediático.

Todo comenzó en 1900. A pesar de que la industria del automóvil aún no había estallado en ese año y pocas personas disponían de un coche, la compañía imprimió hasta 35.000 copias de su primera Guía Roja, un manual práctico para los usuarios de vehículos. En este libro de tapas rojas, se incluía información de todo tipo, desde mapas, instrucciones para cambiar una rueda y estaciones para repostar carburante hasta un listado de lugares para comer o alojarse. En su prefacio, André Michelin escribió: “Esta obra aparece con el siglo y durará tanto como él”. Se quedó corto, no sólo ha durado tanto como el siglo XX, ha llegado al XXI como un símbolo de excelencia de la gastronomía mundial.

La guía fue gratuita hasta 1920. Si dejó de serlo, fue producto de una mala experiencia vivida por André Michelin. Según cuenta el fabricante de neumáticos, André se molestó al ver una de sus guías utilizada como calza para un banco de trabajo en un taller de neumáticos. Este hecho lo soliviantó, como lo hubiera hecho con cualquier de nosotros de encontrarnos en su situación. Por ello, decidió que dejara de ser gratis y la Guía Michelin de 1920 salió al mercado por un precio de siete francos. Quizás ya preveía que podía ser un negocio por sí misma.

El caso es que en la guía de 1923 apareció el capítulo ‘Hoteles y restaurantes recomendados’. Era la primera vez que se publicaban restaurantes independientes pues, hasta entonces, solo se habían mencionado los restaurantes de hotel. Conscientes del interés que despertaba esta selección de restaurantes de la guía, los hermanos Michelin reclutaron un equipo de comensales para valorar los establecimientos, tal y como sucede hoy día. Las Estrellas Michelin aún tardaron tres años en llegar, pero se han mantenido como un referente para conocer la calidad de los restaurantes y para premiar a los de mejor gastronomía y servicio de todo el mundo.

Fuente: www.elmercantil.com

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