Un homenaje al primer camión de la historia

Un homenaje al primer camión de la historia

El escepticismo del mercado alemán llevó al fabricante Daimler a realizar su primera venta en la industrializada Gran Bretaña

Cuando Gottlieb Daimler presentó en 1896 el primer camión motorizado para el transporte de mercancías, el mundo no estaba preparado para este vehículo. En una Alemania acostumbrada a mover carga con animales de tiro, el ingeniero no encontró ningún comprador en su tierra natal. Además, al analizarlo desde una perspectiva moderna, ese primer desarrollo poco tendría que ver con sus predecesores: se trataba de un carruaje de caballos reconvertido. Unos 125 años y dos guerras mundiales después, sería imposible la movilidad terrestre de mercancías sin el atrevimiento de aquel primer camión y, para ser justos, de sus primitivos antecesores a vapor.

LOS INICIOS DE DAIMLER EN EL PAÍS DE LA INDUSTRIALIZACIÓN

El interés de Gottlieb Daimler por los vehículos motorizados le llevó en el siglo XIX a unir fuerzas con Wilhelm Maybach, que diseñó el motor ‘Phoenix’ del camión, capaz de operar con tres combustibles. Además, el modelo contaba con una característica que aún hoy se utiliza: una primera versión del engranaje planetario. Estas innovaciones no fueron suficientes para superar el escepticismo del mercado alemán, pero los contactos de su creador le permitieron vender la primera unidad en octubre de 1896 al British Motor Syndicate, justo el mismo año en que Gran Bretaña derogó la Red Flag Act. Sin embargo, se trataba solo de una primera versión del camión y su tecnología requería de tiempo para madurar. En este sentido, los tests que se llevaron a cabo poco después en la fábrica de ladrillos de Heidenheim (Alemania) ayudaron a identificar debilidades en las arduas operaciones del día a día.

Para dar a conocer el modelo, el camión fue presentado en ferias de Francia y Alemania, en una época en la que aún se percibía un cierto recelo hacia los motores de combustión. Pero la revolución industrial ganaba momentum y la demanda crecía según se fabricaban productos en masa. Por ejemplo, Daimler presentó en 1897 su camión motorizado en una feria celebrada en Wüttemberg (Alemania), en un espacio donde se congregaban múltiples propuestas con animales de tiro. El mismo ingeniero distribuyó allí panfletos en los que explicaba lo que un camión podía hacer tan bien como un caballo y recalcaba que, a diferencia de estos, el vehículo no padecía de enfermedades, sed, hambre o comportamientos rebeldes. Por otra parte, aunque el primer camión consiguió luz verde en Inglaterra, hasta 1901 no se demostró que el modelo era superior a los de vapor, el combustible más habitual en las islas. Un año antes de este hito, Gottlieb Daimler falleció.

UNA FUSIÓN ENTRE GUERRAS

Las fábricas de ladrillo y de cerveza fueron las primeras en adquirir camiones Daimler en grandes cantidades, aunque las ventas eran moderadas y el ferrocarril mantenía su posición líder en las largas distancias. Esta situación se alargó hasta la segunda década del siglo XIX, cuando la industria del vehículo comercial experimentó un primer boom que no fue propiciado por el desarrollo económico, sino político. Desde 1908, Alemania encargó camiones para crear una flota de reserva en la armada y estar preparada en caso de guerra. Como resultado, la producción de Daimler se disparó, pasando de las 1.543 unidades hasta 1908 a las 9.613 unidades en 1914. No obstante, sus desarrollos técnicos experimentaron un estancamiento y pronto la marca acabaría siendo víctima de su éxito repentino.

Al fin de la guerra, las exportaciones se colapsaron, el mercado sufrió una congestión de camiones usados y la demanda de vehículos nuevos colapsó. En un periodo marcado por la inflación y las pocas ventas, los negocios se vieron obligados a fusionarse para sobrevivir. La situación llevó a la compañía a unir fuerzas con su competidor Benz en una joint venture en 1924. Dos años después, se fusionarían con el establecimiento de Daimler-Benz AG. Ya bajo la dirección de Wilhelm Kissler, la compañía volvió a estabilizarse al limitar el número de modelos e introducir un sistema de producción flexible. Una estrategia que, en los años treinta, se redirigió nuevamente a la producción con fines armamentísticos.

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Fuente: www.elmercantil.com

 

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