Los extremos de la nueva Ruta de la Seda

Los extremos de la nueva Ruta de la Seda

Aunque en sus orígenes no se la conocía con este nombre, la Ruta de la Seda, una vasta red de caminos que se extienden desde Extremo Oriente hasta Occidente, lleva más de 2.000 años facilitando el comercio entre Asia y Europa. Su evocador nombre se lo debemos al geógrafo y geólogo alemán Ferdinand Freiherr von Richthofen, quien en el siglo XIX decidió acuñar este nombre para designar a dichos caminos comerciales. Tras más de dos milenios de existencia, la Ruta de la Seda se enfrenta en el siglo XXI a un nuevo reto: volver a impulsar el comercio entre Asia y Europa, intensificando los lazos, no solo a nivel de transporte, sino también económicos, de los diferentes países por los que transita esta ruta. Y todo ello de la mano de China, que ha diseñado una ambiciosa estrategia internacional para crear una extensa red de infraestructuras de comunicación y transporte que la enlacen con el resto de Asia, Europa y África, con las implicaciones que en materia logística tendrá.

En el año 2013, el Gobierno chino planteó la necesidad de crear la nueva Ruta de la Seda, formada en este caso por dos iniciativas: la Franja Económica de la Ruta de la Seda y la Ruta de la Seda Marítima del Siglo XXI.

No ha sido hasta este año cuando China ha dado a conocer un esquemático documento en el que se recogen la visión y las acciones previstas dentro de este desarrollo de la nueva Ruta, que tendrá un considerable impacto tanto a nivel logístico como económico en todo el mundo.

En este documento elaborado por la Comisión de Reforma y Desarrollo Nacional y los ministerios de Exteriores y Comercio, se asegura que este proyecto está llamado a «conectar con más fuerza a los países asiáticos, europeos y africanos y promover la cooperación en beneficio mutuo, a una nueva altura y con unas nuevas formas».

Explican desde China que tanto la Franja Económica como la Ruta de la Seda Marítima se extienden a través de los continentes de Asia, Europa y África, «conectando el vibrante círculo económico de Asia Oriental en un extremo y el desarrollado círculo económico europeo en el otro, y abarcando los países que tienen un enorme potencial de desarrollo económico».

Así, la idea del Gobierno chino es crear un cinturón económico que enlace China, Asia Central, Rusia y Europa, por un lado; China con el Golfo Pérsico y el Mar Mediterráneo a través de Asia Central y Asia Occidental, por otro; y la conexión de China con el sudeste de Asia, el sur de Asia y el Océano Índico. En cuanto a la Ruta de la Seda Marítima del Siglo XXI, se diseñan dos vías para ir, por un lado, desde la costa de China a Europa a través del Mar de China Meridional y el Océano Índico en una ruta, y de la costa de China a través del Mar del Sur de China para el Pacífico Sur por otra.


CORREDOR TRONCAL

Para poder desarrollar este nuevo gran corredor económico y de comercio, por donde los intercambios, tanto físicos como documentales, fluyan con agilidad y en grandes cantidades, el Gobierno chino tiene claro que las infraestructuras de conectividad son prioritarias.

Así, desde Pekín apuntan la necesidad de construir un corredor troncal y configurar una infraestructura en red que conecte todas las subregiones asiáticas, Europa y África, teniendo en cuenta la necesidad de reducir a su mínima expresión el impacto medioambiental de estas infraestructuras, aspecto este último novedoso en la política china.

El documento hecho público por el Gobierno chino da, a grandes rasgos, algunas pinceladas de lo que debe ser el sistema de transporte, unos principios que recuerdan a los esbozados por la política europea de transportes: priorizar los corredores principales y en las conexiones entre éstos; eliminar los cuellos de botella existentes; implantar sistemas de gestión y coordinación de tráfico y fomentar el transporte multimodal entre los países, entre otros aspectos.

En el apartado marítimo, Pekín tiene claro que es necesario «impulsar la construcción de infraestructura portuaria, crear canales interiores de navegación y avanzar en la cooperación portuaria; aumentar las rutas marítimas y el número de viajes, y mejorar la cooperación en tecnología de la información logística marítima». Mientras, en lo relativo a transporte aéreo apuesta por «construir y ampliar plataformas y mecanismos de cooperación» y acelerar el ritmo de mejora de las infraestructuras.

Facilitación aduanera
China también subraya la necesidad de eliminar barreras comerciales y apunta la necesaria mejora de las comunicaciones, con la instalación de cables ópticos transfronterizos y transcontinentales para incrementar y facilitar el intercambio de datos en toda la Ruta de la Seda.

En este sentido, el papel de la Aduana es crucial por lo que desde Pekín se propone «mejorar la cooperación aduanera, así como el intercambio de información, el reconocimiento mutuo de las normas y la asistencia mutua en la aplicación de la ley; mejorar la cooperación bilateral y multilateral en materia de inspección y cuarentena, certificación y acreditación», además del intercambio de información estadística. También se señala la necesidad de establecer una ventanilla única en los puertos fronterizos, reducir los costes del despacho de aduanas y mejorar la capacidad de éstas favoreciendo así la seguridad en la cadena de suministro y la mejora en la coordinación de los procedimientos de supervisión transfronteriza, además de facilitar el reconocimiento mutuo de los Operadores Económicos Autorizados (OEAs).

Fuente: Elena García DIARIO DEL PUERTO

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